Romanillos de Medinaceli



Nuestra acampada empieza el sábado por la mañana cuando la Manada Kiowa decide invadir un pequeño pueblo cerca de Medinaceli (Soria). Lo primero que hicimos es acomodarnos a lo que sería nuestra casita de fin de semana y aprovecharnos del buen tiempo para recorrer las callejuelas del pueblo, conocer sus límites y visitar la Iglesia y su plaza principal. Al mediodía hicimos una ruta por el campo que lo rodea y, convencidos de la belleza de sus colores y sus paisajes, decidimos coger la comida, agua y hacer de las rocas un lugar perfecto para comer y disfrutar de la naturaleza.

Después del tiempo libre visitamos el Museo del Trabajo de Romanillos de Medinaceli, donde guardan herramientas, objetos y curiosidades que componían el día a día de la gente del pueblo hace no mucho tiempo. Los lobatos-as, fascinados y preguntando curiosos todas sus dudas, salieron muy contentos, no sin antes dejar su huella en el libro de visitas “Gracias por todo esto. Me ha parecido alucinante” – escribía una lobata –





Llegaba el momento de jugar al Tocomocho y, de esta manera, establecer contacto con los habitantes de Romanillos. La Manada se dividió en 3 grupos y cada uno de ellos contaba con un objeto insignificante que, con mucha educación, tenían que intentar cambiar por otro diferente (empezaban por un rotulador rosa, un corta-uñas y un bolígrafo, respectivamente). Tras más de 5 trueques diferentes nos reunimos todos juntos en la plaza principal para mostrar al resto los resultados que fueron, cuanto menos, gratificantes: galletas, plátanos, 1 libro, un perchero de pata de ciervo, leche, patatas…



Este juego, además de para darnos una merecida merendola, nos sirvió para acercarnos un poquito más a la gente del pueblo por lo que, para los siguientes juegos, nuestros lobatos-as propusieron contar con la participación de los niños y niñas de Romanillos: Liebre por todo el pueblo, Escondite al revés, Bordón…


Con tanto entretenimiento, cuando nos quisimos dar cuenta, se había hecho de noche. Era el momento de que el equipo visitante (nosotros) fuéramos a casa a cenar. Para ello preparamos una pequeña chimenea con leña que habíamos recogido en nuestra visita al campo de por la mañana y disfrutamos, además, de una noche con banda sonora propia: Sebas compartía con la Manada las canciones que se había aprendido hace poco con su nueva guitarra.





¡Ya es Domingo!


Y las campanas se oyen desde primera hora de la mañana.
Este medio día íbamos a cocinar nuestra propia comida, pero la cosa no iba a ser tan sencilla. Lo primero que debían hacer es superar una gymkhana que consistía en, mediante un sistema de pistas y adivinanzas, encontrar los ingredientes necesarios para elaborar nuestra receta.


Estos se encontraban escondidos en los puntos más importantes del pueblo y una vez consiguieron los espaguetis, la nata, las cebollas y el bacon ¡nos pusimos manos a la obra! Divididos en 2 grupos: uno cocinaba y el otro preparaba un juego para después de comer (y después cambiábamos los papeles), empezamos a cocinar unos fabulosos “espaguetis carbonara”. El resultado fue espectacular ¡Ahora sólo queda que lo demostréis un día en casa! BON APETIT!!!





Tras una comida deliciosa, realizamos uno de los juegos preparados por los lobatos-as antes de comer y cuando quisimos hacer el 2º juego… ¡ya son las 16.00! tenemos que irnos a la estación de autobuses para volver a Madrid.

Parece que en Romanillos pasa muy rápido el tiempo.

¡¡¡Hasta la próxima!!!






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